Mercado de desilusiones
Ahí está, en su mercado de desilusiones, parapetado en la atalaya de su sótano, conectado a través de un haz de luces con el mundo, ocultando la identidad.
Desfase
Acabado el tiempo de confinamiento, entrando en el «desfase», en ese oxímoron en boga llamado “nueva normalidad”, hemos podido observar como los viejos hábitos no han desaparecido, sino aumentado.
Amanece
Amanece, el claror va disolviendo las telarañas de la oscuridad. Los pájaros se desperezan ruidosos, asegurando la integridad de la familia, en un recuento con llamadas de urgencia por aprovechar el nuevo día, y sorpresa por la proximidad con quienes han compartido sueños.
Otra cola
Otra cola más, lenta, sin avanzar, no sé qué hace toda esta gente, parece que regalan algo. Harto, pregunto al de detrás y efectivamente, regalan mascarillas. ¡En qué momento se me ocurrió ir a la farmacia! Me vuelvo hacia donde se supone que he de llegar, y, con la paciencia al límite, guardo mis distancias,…
Ruido
Por fin ha vuelto el ruido a las calles, ese ruido de tumulto, de gritos agudos de niños y graves de no tan niños, de parloteos sin trasfondo ni modestia.
¡Kilo y medio!
¡Kilo y medio! ¡No puede ser! Vuelvo a subirme a la báscula, y sí, kilo y medio de más, ¡con la de ejercicio que hago!
¿Volver a la normalidad?
Volver a la normalidad es el paradigma de la superación de esta situación.
Aplausos, gracias y un deseo
Sí, aplausos, gracias y un deseo. Aplausos y gracias a todos aquellos que se están batiendo el cobre para aliviar el dolor y curar la enfermedad,
Contando los días
Llevo amaneciendo contando los días desde aquél fatídico momento en que nos encerramos…
Estaba claro
Estaba claro desde el principio, nació del sufrimiento, con ayudas de acero. Erguirse le llevó tiempo y esfuerzo, para el que no contó con mucha ayuda. Ya en el colegio generó una proclividad al mal. Inclinación tal vez definida por su apariencia poco favorecida. Aunaba todos los elementos preferidos como blanco del desprecio y burla…