Otra cola4.6 (8)

Otra cola
4.6 (8)

19 de mayo de 2020 2 Por Juan Aguilar
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Otra cola más, lenta, sin avanzar, no sé qué hace toda esta gente, parece que regalan algo. Harto, pregunto al de detrás y efectivamente, regalan mascarillas. ¡En qué momento se me ocurrió ir a la farmacia! Me vuelvo hacia donde se supone que he de llegar, y, con la paciencia al límite, guardo mis distancias, y haciéndolas guardar con la mirada. Espero mi turno, con el horno encendido.

Esta es la tercera cola, toda una mañana dedicada a esperar. Antes estuve en el supermercado, jugando al ratón y al gato con el resto de clientes. Me recordó a aquel videojuego de una serpiente que iba acorralándote en la pantalla. Tenía, y sigo teniendo, la sensación de ser un imán al que pegarse. Abundaba la gente adhesiva, esa que no conoce lo que es la zona íntima. Sí, esa burbuja en la que estás y en la que saltan las alarmas cuando alguien entra sin permiso.

Entre caras de molestia y despiste me tuve que abrir camino para acceder a los artículos que necesitaba, parecía que todos estaban interesados en los mismos. ¡Cómo le gusta a la gente el roce! El que no tiene permiso, claro, del otro no me quejo. Entre la lucha por no tocar ni ser tocado, y la dificultad de entenderse amordazado, terminé en la cola para pagar. Vi un carro solitario y me dispuse a pasarlo. La propietaria estaba al acecho y con una mirada matadora me dio a entender que la posición era suya. ¡Cómo joden los listos, o listas, que dejan el carro y se van a por los últimos artículos!

De vez en cuando me seguía mirando con el sesgo criminal. Me estaba calentando, estuve a punto de soltarle lo que se me estaba cruzando por la cabeza. La gorda esa con unas mallas embutidas marcando un culo que parecía la cara oculta de la luna.

Un par de inspiraciones y traslado del pensamiento hacia un bosque verde, frenaron los impulsos.

Superado el estúpido mostrador en el que colocas las cosas, para luego volver a recogerlas, me trasladé al banco. Concretamente al cajero, hace tiempo que no entro dentro, me transmite una sensación de retirada y derrota. Por suerte me manejo bien con la pantallita.

Otra cola me esperaba, aquí sí que guardaban las distancias, tratando de disimular, mirando alrededor, como si no supieramos a lo que vamos. Mirando el móvil en espera de una oportunidad o comprando algo supernecesario, el trajeado con cara de impaciencia y de urgencia de secretario del Banco de España. La mujer mayor leyendo nostálgica los carteles del banco con mensajes de tarjeta de regalo, o el moderno de otros tiempos liándose un cigarro. Y en la caja un señor con la cartilla de ahorro, introduciendo, sacando, leyendo y volviendo a introducir, mostrando su desconfianza y provocando el sobrecalentamiento de la máquina.

Por fin me llegó el turno, antes había tenido mi pelea con la tarjeta, no quería asomarse por mucho que intentaba sacarla de la cartera. Gato con guantes…

Y heme aquí, en la farmacia. Otra cola, por hoy será la última, a Correos iré mañana.

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