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¡Usar y tirar!
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26 de febrero de 2019 0 Por Juan Aguilar
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Uso efímero para conciencias limitadas

Recientemente he estado en un concurrido cumpleaños, una comida concretamente. Recuerdo cuando no había reparo en el uso de artículos de un solo uso, platos, cubiertos, vasos, pajitas… Y sin remordimiento, ni “necesidad” de separación, se tiraban mezclados con restos de comida, mucha comida, bebidas a medias y demás desechos.Por suerte, consciencia o necesidad, van cambiando las costumbres.

En este caso he visto como se utilizaban platos de loza, copas y vasos de cristal, cubiertos de acero, y al final se repartía la comida entre los comensales. ¡Gracias! Y esto es lo que me ha hecho reflexionar, en un flashback a tiempos anteriores primaba lo cómodo sobre lo natural, lo superfluo sobre lo sensato.

Pero me doy cuenta que por desgracia no es un flashback, son acciones que perduran, los productos de plástico de un solo uso nos desbordan, nos atascan y nos generan una mayor desazón. Es ver cómo queda un espacio ocupado por una multitud y deprimirse.

Entrar en cualquier supermercado, insisto super que no mercado, y encontrar verduras y frutas encarceladas en plástico, con su bandejita de poliestireno, manía que han adoptado los carniceros y charcuteros, que queda muy fino. Pues menuda mierda si eso es finura. La presentación alegan otros, el transporte… ¿Pero realmente son necesarios? Y después, ¿qué se hace? ¡Tirarlos! Estos son los tres pepinos que te tocan, parece decir la bandeja. Cebollas o patatas envueltas en rejilla, lechugas en algo parecido a una bolsa, o calabacines enfundados en un traje de plástico… ¿Qué se pretende? ¿Qué no se toquen? ¿Qué no se note que llevan tiempo en una cámara esperando a ser distribuidos? Y cuando la venta es a granel se ha de pesar cada tipo en una bolsa, que como mucho tendrá una segunda vida si no se rompe para abrirla.

También me vino a la mente la imagen de esas playas llenas de vasos y pajitas. Me imagino que los descerebrados que se han desecho de ellos, y aquellos que se lo han permitido, no deben ser conscientes del daño que hacen, y que lo que están consiguiendo es acabar con los supuestos paraísos en los que “disfrutar” de su tiempo libre, aunque mucho me temo que sus paraísos son superfluos y lejos de mi concepto. Que no tiene que ver con el bíblico, como se puede imaginar.

Y de esas colosales zonas en los mares llenas de desechos plásticos, donde la vida compite contra un enemigo superior y casi eterno, o los cartuchos tirados en el monte, embalaje perverso que sigue dañando una vez expulsado su interior de muerte.

Podría extenderme en esta reflexión, pero creo que queda clara mi postura, y si alguien se siente ofendido, que recapacite.

Siento estrenar mi nueva web (por si alguien no se ha dado cuenta) pero como se puede ver, hoy tengo mal día.