
Un nuevo día4.7 (6)
Parece ausente en su nuevo día, perdido, como una mota en un fotograma. Un viaje recorrido demasiadas veces sin deseo ni triunfo. Años compartiendo un trayecto con anónimos, somnoliento, cansado, estrecho. Vencido por la vibración del vagón, el bochorno de la rutina y las esperanzas olvidadas.
Trata de olvidar todo esa parodia de vida, con mucha arena vertida sobre los recuerdos. Aún así no puede evitar que el viento, de vez en cuando, en una aburrida curva o una parada larga en una estación de nombre ajeno, deje al descubierto alguna arista por la que aflora alguno de ellos.
Un destino con gente sin intimar, de no traspasar la puerta de la inseguridad, de demostrar la ignorancia sin vergüenzas, de cambiar el mundo en el bar. Tan solo sombras con apenas trascendencia. Traspasando una vida dejando resbalar los días por la capa de la resignación, acumulando días en la papelera de la desidia y la promesa contrariada.
Inviernos de frialdad interior, de veranos que prometían sin cumplir, de otoños con sabor a musgo, y primaveras en las que ya no rebrotaban ilusiones, alimentando resentimiento. Solo conseguía saciar el hambre insatisfecha buscando el refugio de los suyos, de los que quedaban pocos a salvo del soplo del tiempo, pero ahí estaban los que resistían.
Cuando parecía que la liberación le rehuía, que llegar le costaba la respiración y ya casi no le quedaba nada, tan solo lágrimas y no muy densas, llegó el nuevo día. Su primer día sin obligaciones no deseadas, sin tener que demostrar lo que no se es, sin callar, acatar y mirar abajo, sin reír ocurrencias con falta de gracia, sin mirar el reloj.
Ahora viaja holgado, expectante y sin propósito, sigue extrañadamente feliz el transcurrir del paisaje, con la vista alta, descubriendo con los ojos llenos y sencillos, imágenes donde antes solo hubo vacío.