
¡Uf, qué calor!0 (0)
Esto no se queda en ola de calor ¡Viene un oleaje!
Movimientos pausados buscando las sombras, la piel agujereada por donde huye el agua tras beberla, sensación de arrastrar un cuerpo más grande, perdida de voluntad, mediodías abrasadores, noches dormidas a trompicones, sequedad agrietante, espejismos en el asfalto, árboles desnudándose… Acaba de pasar la primera “ola de calor” del verano y se ha hecho notar.
No sé a quién se le ocurrió la expresión “ola de calor”, siempre he identificado el término “ola” como algo fresco, húmedo, incluso frío. He oído referirse a las olas por su velocidad, su altura, la distancia entre ellas, el período. Olas libres, de traslación, sísmicas (en japonés tsunami, que ahora sabemos muchos idiomas) La cresta de la ola, las de derecha, las de izquierda, las de pico, las huecas (las de tubo), las derramadas, las onduladas o las de colapso. Un sin fin de términos, pero no he llegado a oír que se describan por su temperatura, y eso que he vivido tiempo junto al mar. Puede ser ignorancia personal, pero me sigue pareciendo un contrasentido “ola de calor”.
Sirva este párrafo como fresco respiro en este ambiente tórrido. Volviendo al calor, parece, o por lo menos es lo que advierten los entendidos (espero que después de consultar complicadas simulaciones y no las entrañas de un ave) que la canícula va a ser más larga de lo habitual (iba a escribir normal, pero ya se ha perdido el significado de la palabra). Que tras esta “ola” vendrán otras, sin ir más lejos la siguiente el próximo fin de semana. La prensa, rescatando los consejos de todos los años, nos aconseja hidratarse, no hacer ejercicio en las horas centrales, etc. Vamos, el clásico: Vete por la sombra.
El aumento de la temperatura es una de las más evidentes consecuencias de esta nueva era denominada antropoceno. Como nombre es muy pintón, pero el motivo no, quiere identificar un cambio de era geológica motivada por la acción humana. Nos hemos cargado el Holoceno y casi nadie se ha inmutado, ni despedidas, ni funerales ¡Qué especie más desagradecida!
Ya tenemos aquí la máxima evidencia de la crisis climática (lo de cambio climático no deja de ser un eufemismo) Más “buen” tiempo, más tiempo morenos y con poca ropa, más playa, dirán unos regocijándose. Menos agua potable, más incendios, más enfermedades, peor calidad de vida y probablemente el fin de la vida como la conocemos ¿Me he pasado? Tal vez, pero desgraciadamente me temo que es lo que nos espera.
¡Feliz verano! ¿o no?