
Cuando dejamos de tocarnos4.3 (7)
Ya han pasado dos meses desde que dejamos de tocarnos. Por sugerencia de las autoridades debíamos evitar el contacto con los demás. Al principio era una recomendación, luego fue obligación.
Poco a poco la ciudad fue salpicándose de gentes con mascarillas. Era algo curioso, pero no tardo mucho en hacerse general su uso, acompañadas de guantes desechables y distancias prudenciales. Hasta terminar recluidos en casa, sin tocarnos.
Las noticias han ido elevando el nivel de peligro hasta la alarma general. Los canales de televisión parecen inmersos en una lucha por el impacto, y nosotros viéndolo asombrados, sentados en cada extremo del sofá.
Recuerdo lo especial de las cenas compartiendo nuestras anécdotas del día y una botella de vino, ahora cada uno tiene su botella de agua. Paseamos por la casa procurando no cruzarnos, en una coreografía penosa y angustiada. Ya ni siquiera usamos el mismo jabón.
Me resisto a olvidar tu olor, el tacto de tu piel, tus gemidos, es difícil sin poder tocarnos. Tan cerca y sin poder besarte, cogerte de la cintura y dar una vuelta. Ni siquiera lo puedo mencionar, no quiero hacerte sufrir.
El mundo de fuera ha sucumbido a la histeria. Por la calle, en el transporte, en las escaleras, marcan distancias entre sus cuerpos, no quieren tocarse, incluso giran la cara, pensando que así evitan el contacto. Igual que nosotros.
Nos dicen que pronto se recuperará la situación, no paran de decirlo, que en una semana, pero la semana se agota y hablan de otra. Esto se está alargando demasiado. Por suerte te puedo seguir viendo, no sabría que hacer si me faltara esta última satisfacción.
Deseo con todas las ganas que se pueden guardar, el día que acabe, y poder rodearte, acariciarte, respirarte, besarte y terminar en la cama. Mientras hacemos turnos para comer, hasta para entrar en el baño.
Un rumor recorre las redes, parece que han hallado la cura o que ya ha pasado la emergencia. Por fin lo confirman oficialmente. Está en todos los canales. Nos ponemos en pie y nos abrazamos con fuerza. Me siento raro.