Soledad

4.7 (9)

En un rincón, en soledad, sin contacto con los demás, evitando cualquier roce que contamine el placer del amor propio lacerado. Vive regodeándose con un dolor interno que no quiere traslucir, ni mucho menos compartir, la necesidad de ayuda es una debilidad.

Hace tiempo quiso participar su mal, pero sus expectativas no se cumplieron, lejos de sentir alivio, se encontró siendo el blanco de burlas, con el desprecio de a quien confió su secreto.

Ofendido en su interior, determinó no volver a caer en la trampa de las relaciones. No volvería a necesitar a los demás.

Ya era raro de nacimiento, incluso con una extraña curvatura en la espalda que le creó poco ánimo, y además le obligaba a buscar asiento, por lo que raramente se le veía de pie. A pesar de ello pudo encontrar con quien vivir momentos y, algunas veces, sobrepasar la timidez y alcanzar algunos estados de franqueza.

Pero cuando creía tener el control y todo organizado y previsible, surgió aquella reacción inesperada y quebró todo lo conseguido, como una gran piedra lanzada a la superficie de un estanque helado. Se sintió pequeño, le parecía que todos alrededor se reían de él.

Desde entonces prefiere estar lejos de la gente, no quiere . Huyó de su entorno para encontrar un lugar donde fuera forastero. Cambió la supuesta seguridad que le proporcionaba lo conocido por un incierto entorno donde crear una nueva existencia. A cambio ganó el no tener que dar explicaciones, convivir con su tortura a la que fue acomodando, hasta incorporarla en su esencia y forjando este nuevo carácter.

Con el tiempo se ha encerrado en sí, siendo su única compañía, limitando el trato a lo estrictamente necesario. De vez en cuando se le puede ver sentado en el último banco del parque, en su más íntima soledad.

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