
Sin trabajo4.4 (8)
Otro día sin trabajo, no hay nada importante para mí. Desde el día que incumplí aquél especial solo recibo encargos menores, cobros a morosos, invitaciones al silencio, algún insignificante robo, una paliza de vez en cuando… y hoy ni siquiera una chapuza.
Siempre fui muy confiable, no cejaba hasta haber concluido un cometido, con efectividad, sigilo y limpieza. Jamás necesité promocionarme, mi nombre corría entre aquellos que necesitaban soluciones y podían contratarme, desarrollé ingeniosas formas de conseguir los resultados que me exigían. Pero nunca más allá de lo que incluía la retribución, era un buen profesional y desarrollé una brillante carrera, con mucho prestigio. Gracias a mi buen hacer he ganado mucho, muy merecido, pero hoy casi ni me alcanza para vivir, he tenido que dejar el chalet, vender el coche, ya no fumo, casi ni bebo, tan solo para olvidar.
He tenido que mudarme a un piso vulgar, en un barrio vulgar, donde no puedes ser anónimo. Casi ni salgo, tan solo a esquivar la soledad. Recorro unos bares ruidosos, que huelen a cocinas sin airear, con gente que se gira cuando entras, no me gusta que me miren, que vean mi derrota.
De vez en cuando me propongo recomponerme, volver a ser el que fui, pero una losa con la palabra fracasado esculpida me arrastra al fondo y apaga esa fugaz intención. Me falta el ánimo para seguir, pero saco fuerzas de donde las tuve y lo intento de nuevo, aunque casi estoy por abandonar.
Echo de menos aquellos buenos tiempos, lujos al alcance, mujeres simulando que me querían, respeto en mi profesión… y hoy sin trabajo.
Era bueno en lo mío, todo por un fallo. Debí haber acabado con aquél individuo, se lo merecía, actuaba como un imbécil desconsiderado, sí, debí haberle matado… pero era mi hijo.