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Los árboles se desprenden de las hojas, el ganado reclama agua.
Acaba de llover, escasamente. Un drama se está desarrollando bajo tierra, cada vez hay menos agua. Estamos acostumbrados a abrir un grifo y contar con ella. En algunas ocasiones se noticia la escasez, con las consiguientes restricciones, entre las múltiples e insulsas noticias que ocupan los informativos de verano. Son noticias efímeras, solo seguidas por los afectados.
A pesar de ello, aquí es muy raro quedarse sin agua, aunque sea intermitente el flujo, aunque se necesiten cubas. Sin embargo una gran parte de nuestro entorno sufre la carestía.
Es una escena frecuente ver el campo seco, agostado, es lo normal, pero ver a los árboles soltar la hoja, no tanto. Los acuíferos subterráneos cada vez fluyen menos. Pozos ilegales, riegos por aspersión o inundación, jardines regados con agua potable, presión de veraneantes en lugares sensibles, están consiguiendo que la capa freática se aleje de las raíces de muchos árboles, y que estén soltando la hoja antes de colapsar.
Se oye al ganado reclamando poder beber. Las fuentes van perdiendo caudal y los arroyos se secan.
Pero abrimos el grifo y sigue saliendo el agua. De momento.
No volveré a estar hasta septiembre, feliz verano.