
El rincón del fondo4.8 (8)
Camino hacia el rincón del fondo, con una vara de bambú en la mano. No sé cuándo la necesitaré, ni siquiera si llegará el momento, pero la guardo, allí donde no molesta, ni se ve.
Es una esquina del jardín oculta tras un seto, que no necesita riego. Lo planté cuando no levantaba un palmo, y con el tiempo ha crecido lo suficiente como para ocultar todas las cosas que guardo con la esperanza de que vuelvan a servir. Pero con frecuencia se acumulan en el olvido. No es que no tenga memoria, es que cuando no me apetece volver a ella, la escondo muy bien.
Son objetos que han tenido su uso y sin embargo no quieren sentirse amortizadas. Que siguen enverijadas en los pliegues del pensamiento, acumulando deseos aplazados. Macetas con restos de tierra que nunca quise terminar de vaciar, varas y palos que alguna vez ayudaron a enderezar un rosal o a apoyar las tomateras, y ahora dormitan sin orden, esperando un turno que tal vez no llegue. Losetas arrancadas todavía con restos de cemento, para ser sustituidas por otras. Piedras que un día pretendieron estar en un muro y al final sobraron.
Recortes de tubos de riego que no llegaron a ser recorridos por agua, y que van perdiendo su rigidez, encorvándose en su inutilidad. El mango viejo de una herramienta, que al final fue comprada con uno nuevo, recostado en un haz de hierros acumulando orín, que han dejado muy atrás el orgullo de la fundición.
Todo ello colaboró para crear un jardín, que fue tomando forma más allá de lo pretendido en un inicio, pero que ha acabado por acostumbrarse a la vista, y he acabado acomodándome a su disfrute.
Cada vez que me planto en el rincón del fondo, y veo lo acumulado, no puedo evitar entretenerme en cada uno de los elementos que se han ido reuniendo. Evocar el momento en que llegaron, que es lo que hicieron antes de venir. Y esas historias persisten en mi mente, sin molestar demasiado, mucho después de haberme ido.
Al final lo que pesa no son los años, sino lo vivido, y la insistencia de su recuerdo.
Es muy verídico el relato.
Sí, una metáfora de lo que guardamos. Un saludo