Reunión4.7 (3)

Reunión
4.7 (3)

31 de enero de 2023 0 Por Juan Aguilar
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Como cada año, al comienzo, el grupo tenía su reunión para marcar los objetivos que preveían haber conseguido antes de que acabara el período determinado. Era una junta aburrida, llena de datos salpicados con gráficos. Nuevas adquisiciones empresariales, nuevos mercados a explorar y demás temas expuestos por el director general, único asistente que no pertenecía a la familia, y la herencia menos deseada.

Había sido arduo admitir que heredarían un guía para los destinos de la fortuna familiar una vez que hubo muerto el cabeza de familia, pero así quedo claro en el testamento. El patriarca no estaba dispuesto a que la caterva de hijos malcriados y ociosos, obra de la que se arrepentía y culpaba de no haber sido más estricto, dilapidaran el patrimonio. El odio hacia sus hijos se había acrecentado con el paso de los años, y su falta de afecto en los últimos momentos de su enfermedad.

Ese error lo había enmendado con sus nietos, procurándoles una formación en las mejores universidades del mundo. Obra de la que sí se sentía orgulloso viendo su entrega e interés.

Ninguno de los hermanos hubiera querido asumir tal responsabilidad, el trabajo les generaba la inseguridad de algo nunca hecho. Eran el producto de una eugenesia basada en la genética heredada, los posibles y el ocio. Pero tampoco querían que uno de ellos se arrogase la potestad de gobernar al resto, por lo que asumieron la decisión de ser conducidos por alguien externo, más capacitado, y que fuera quien trabajara.

Por fin habían avanzado hasta la parte que más les interesaba, el reparto de beneficios. Hasta ahora habían pasado el tiempo removiendo tazas de té con displicencia, manoseando pastas y galletas, que de vez en cuando se llevaban a la boca para espantar el tedio. Pero era hora de atender, era el momento de la verdad, se incorporaron, como perros que esperan su recompensa, para escuchar la cifra mágica con la que colmar sus caprichos.

El directivo abrió un sobre y se dirigió a la junta: han pasado cinco años desde que nos dejó su progenitor. Esta es una carta que me encomendó para que os la expusiera en caso que la situación fuera delicada y, como bien previó, este año va a ser difícil, de echo no habrá reparto, y es más, por lo menos uno de vosotros va a morir.

Los asistentes se quedaron perplejos, no solo por la decepción sino por el augurio. Un alboroto de preguntas balbuceadas quedó sin contestación. El director tomo de nuevo la palabra: las propiedades del fallecido, o fallecidos, se repartirán entre los demás. Y dejó la sala entre un tumulto de improperios indignados y el comienzo de miradas codiciosas entre ellos.

Mientras avanzaba por el pasillo hacia la salida reflexionaba: que retorcido el viejo, que manera de asegurarse que esta generación de vagos desaparezca y dejen paso a otra que engrandezca su legado.

#Escaparate