
Rayo de luz4.6 (7)
No está seguro, cree haber visto un rayo de luz en el horizonte, pero no quiere decir nada a los demás. Llevan varias jornadas perdidos, achicharrados de día con la sed pegando la lengua al paladar, temblando de noche con el sonido del entrechocar de los dientes de fondo. No quiere crear esperanzas.
Desde el día posterior a su partida tan solo han visto una extensión monótona, débilmente iluminada por las noches. Casi ni recuerda los días que lleva de travesía, y el vaivén de la barca y el olor a gasolina no ayudan a concentrarse. Todavía les quedan unas pocas provisiones para engañar al estómago, que cada de vez se despierta antes.
Aquellas ilusiones que superaron los maltratos recibidos por esas gentes sin escrúpulos que viven de las necesidades ajenas, se van transformando en arrepentimiento y derrota.
No pasaron muchas noches para recibir la visita de la muerte, rasgando el lienzo del tiempo en el que están dibujadas las existencias.
Son un grupo dispar, de diferentes orígenes e idiomas, pero se han ido homogeneizando en la desesperanza.
De nuevo vuelve a ver el rayo de luz, esta vez más cerca. El oleaje lo proyecta intermitentemente. Ahora sí, lo comunica al resto del grupo, que se despereza lentamente de la resignación para entrar de golpe en una agitación que casi hace zozobrar el cayuco. Algunos piden calma ante la locura desatada, sugieren, más bien ordenan, que griten, para ayudar a localizarlos, pero sin moverse de su exiguo lugar.
Por un largo momento no se vuelve a ver la luz del foco, y todos contienen la respiración, la tensión blanquea las doloridas articulaciones, tal vez la única oportunidad de ser rescatados se ha perdido.
Gritan con desesperación en una aleación incomprensible de lenguas, y en el límite de sus fuerzas obtienen su recompensa, sus caras, rellenas de sonrisas, se iluminan. Ya se puede oír el motor de la embarcación de rescate.
Una lágrima recorre su rostro mientras siente como se calma su cuerpo.