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Pero… ¿Qué me estás contando?
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20 de noviembre de 2018 0 Por Juan Aguilar
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Cuéntame un cuento…

Cuando surge la idea de un relato, que muchas veces es algo ambiguo, uno de los componentes más importantes es quién lo cuenta. Alguien o algo, que asume la responsabilidad de llevar al lector por la obra, y, muchas veces, que ayude al escritor a desarrollar la historia, desde dentro, involucrándose de alguna manera, o simplemente exponiéndola. Lo que se llama un narrador.

Este “personaje” tiene distintas pieles, y según la que vista dará un enfoque u otro al relato. Está el narrador omnisciente, lo sabe todo, lo que ha pasado, lo que pasará, una especie de dios; el narrador cámara, este no se implica, sin emociones ni juicios, solo describe, como tertuliano no tiene precio, pura alexitimia; el narrador protagonista, cuenta el tema según lo siente. Te cuenta su vida, unas veces por compartir, otras por arrepentimiento, o por angustia, y algunas veces simplemente se está tirando el rollo; y el narrador en segunda persona, cuenta lo que ha visto o le han contado, peca de chivato o cotilla. También está el narrador que se desdobla del protagonista, una especie de doble personalidad, que habla consigo mismo. Este es muy puñetero, el protagonista no se puede esconder, lo lleva siempre encima. Debe haber más, pero con estos ya tengo de sobra.

A parte de escoger al narrador, luego está el carácter. Dependiendo de su personalidad, será de más o menos ayuda. Puede ser manejable o que te maneje, esto último es muy cansado, tener que luchar contra algo que creas… o no. Con el cámara no, ese a lo suyo.

Es una de las elecciones más difíciles, para mi, claro. Algunas veces cuando he iniciado una narración, paro y la reescribo con otro enfoque, otro tipo de narrador, y en ocasiones resulta más atractiva, y hasta más cómoda de escribir.

Me convertí en lo que hoy soy a los doce años. Era un frío y encapotado día de invierno de 1975. Recuerdo el momento exacto: estaba agazapado detrás de una pared de adobe desmoronada, observando a hurtadillas el callejón próximo al riachuelo helado. De eso hace muchos años, pero con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto. Porque el pasado se abre paso a zarpazos. Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta de que llevo los últimos veintiséis años observando a hurtadillas ese callejón desierto.”

Cometas en el cielo – Khaled Hosseini