
Números4.8 (8)
Su mundo eran los números. Trabajaba en una empresa demoscópica, analizando respuestas y convirtiéndolas en números, que volcaba en plantillas llenas de fórmulas extrañas, para conseguir más números. Y se le daba bien. Su vida social era escasa, y pasaba los fines de semana calculando cuanto tiempo faltaba para volver al trabajo. Tan solo rompía la rutina una vez al mes, para verse con su familia. Volvía aturdido de tantas palabras.
Se pasaba todo el día haciendo cálculos, tanto con temas del trabajo como fuera de él. Calculando la sincronización de los semáforos, la frecuencia de las luces de los carteles, la cantidad de personas por hora que podían atravesar un paso de peatones…
Un día, a punto de subirse al autobús, estaba calculando la altura que tenía que subir, teniendo en cuenta la distancia de los escalones y la inclinación del vehículo, cuando bajando de la acera tropezó. Le evitó la evidente caída una mujer que le agarró del brazo. No tuvo más remedio que darle las gracias, de pronto se dio cuenta que la estaba hablando. Ella le contestó quitándole importancia al hecho. Viendo la turbación que le ahogaba, ella entabló conversación para rebajar su apuro. Él balbuceó unas palabras al principio, no estaba acostumbrado a hablar sin propósito. Tardó pero consiguió mantener un diálogo bastante coherente. Se sintió extrañamente confortado.
Se volvieron a ver en la parada del autobús varias veces, hasta que un día quedaron a tomar algo. Estaba eufórico, nunca había establecido una relación con nadie fuera de su familia o su trabajo. Ella encantada de conocer alguien de una ingenuidad sin malicia. Los encuentros se repitieron hasta que consideraron que existía una relación entre ambos.
Desde entonces solo piensa en letras, y a pesar de querer buscarles una correspondencia numérica, no la encuentra. Se siente frustrado por su desconcertante incapacidad, y para aliviar su turbador fracaso se queda pensando en ella.