
No habrá otra4.8 (6)
Desde hacía tiempo en su cabeza rebotaba la frase: “No habrá otra”. Años atrás compitió con algún éxito, tan solo le quedaba el recuerdo de aquellos días en los que el esfuerzo se transformaba en satisfacción del logro conseguido. Incluso, en ocasiones, el dolor se confundía con placer. Las lesiones le hicieron sufrir más por la espera en recuperarse, que en el daño en sí.
Últimamente tan solo se acercaba a mirar cómo otros lo hacían, analizaba sus zancadas, sus gestos, no quería olvidar, pero no se atrevía a volver. Entrenaba todos los días, le gustaba, pero no tenía un fin, tan solo por mantenerse, aun así se controlaba el tiempo y las pulsaciones. ¿La costumbre? tal vez, pero el afán de mejorar marcas no estaba dormido.
Un año más se convocó una nueva edición de la carrera de su ciudad, todo un clásico. Esta vez los ánimos de la familia y los amigos la hicieron dudar un tiempo. Se informó de categorías, del recorrido, de marcas. Se probó varias veces, no ganaría pero no haría mal papel. Por fin se decidió ―No habrá otra ocasión ―se dijo intentando disipar las dudas, y se inscribió.
Se tomo el desafío en serio, aumentó el entrenamiento, incluso buscó ayuda para forzarse más. Según llegaba la fecha el entrenamiento y la incertidumbre eran más duros. El aliento de su entorno la impulsaba, su interior flaqueaba. Confiaba en su preparación tanto física como de cabeza, sabía cómo se tenía que correr, donde apretar, donde aguantar, pero algo le retenía y le impedía estar totalmente convencida.
Llegó el día de la prueba, amaneció desapaciblemente, y empezó a equiparse, lentamente. Por la ventana veía como lloviznaba y el termómetro de la farmacia indicaba frío. Esa fue la excusa para rehusar que daría a todos, ya no tenía edad, aunque la verdadera razón era seguir manteniendo el recuerdo.