
La lotería4.2 (6)
Como cada lunes una cola de gente se forma en la puerta de la lotería, a la espera de que abra las puertas. Siempre me ha suscitado curiosidad la premura que puedan tener los interesados, que son capaces de esperar para poder comprobar sus apuestas anteriores y hacer o renovar otras tan temprano y en lunes. Por supuesto que otros días y a otras horas también hay público, pero es notable las mañanas de los lunes.
Muchos de ellos se conocen y hablan sobre todo tipo de temas. Vecinos, programas de la tele, política (general para evitar conflictos, que se trata de esperar un rato, no de darse tortazos), por supuesto el fútbol y algún que otro evento importante que haya sucedido el fin de semana, mientras hacen cábalas con lo que harían si les toca, nunca en alto, que trae mala suerte, no vaya a ser que toque y se entere alguien, que la envidia es mucha.
La mayoría se les ve jubilados, que no consigo entender qué hacen tan temprano, haciendo su rutinario repaso a su generación, por si falta alguno. También los hay con ropa de trabajo, deben haber pedido un “rato” por asuntos personales.
Pero lo que los uniforma a todos es la ilusión de hacerse ricos por la vía rápida, sin esfuerzo, tan solo por unos Euros la mayoría, cada semana tras otra. Y, aunque lo saben, las probabilidades que toque son tan ínfimas como subir el Everest sin entrenar. A pesar de ello se agarran a la letanía de que a alguien le toca.
Yo los contemplo desde un bar en frente, tomándome unos churros y un té rojo (y sí, mojo los churros en el té, cosas más raras he visto), como una vez superada la decepción de la semana, cada lunes renuevan esas esperanzas salpicadas de especulación y algo de codicia.
Parece que ya ha abierto y empiezan a desfilar con sus pequeños ruegos a la fortuna, algún amuleto en el bolsillo y otras artimañas para atraer la ventura, con el deseo de que les toque el premio, que no deja de ser un acto de egoísmo, que si le toca a uno es porque no le ha tocado a los demás.
Ya se va despejando la cola, voy a aprovechar a “echar” la lotería antes que venga más gente, que no hay cosa que más me moleste que esperar.