
Importante5 (4)
Desde pequeño ya se sintió importante. De aquella época guardaba una caja llena de medallas por diversos motivos, ganadas con mucho esfuerzo; puntualidad, caligrafía, lectura… y hasta alguna por deporte. Era el orgullo de mamá. No me puedo imaginar cómo pudo ser su adolescencia.
Aquél afán de destacar le ayudó a forjar una personalidad que le acompañaría hasta el último de sus días. Procuró destacar en todo aquello que emprendía, no siempre lo pudo conseguir, por distintas razones los errores superaron con creces los aciertos, o simplemente que su capacidad, que no era mucha, le impidió el logro. Seguramente lo hizo convencido de que había jugado el papel más importante en el intento.
Le conocí en el trabajo. Desde el principio le evité, me pareció un fantasma y un pelota. Ya se sabe que los juicios precipitados solo llevan a conclusiones segadas y encasillamientos erróneos. Y durante un tiempo así me pareció. Pero un día coincidí con él en la máquina de café, y pude cruzar unas palabras. Mi sorpresa fue la de encontrarme con una persona normal, que tan solo estaba obsesionada por hacer las cosas lo mejor posible, aplicando una trascendencia que yo no comprendía. Le daba una importancia extrema a cada acto que acometía, desde cepillarse los dientes hasta terminar el informe más nimio.
No tuve más remedio que admitir mi equivocación, y desde entonces se estableció una estrecha relación que ha durado hasta hoy. No buscaba el éxito, ni el reconocimiento, tan solo quería sentirse bien con lo que hacía. Y, para mí, dejar una huella, aunque fuera pequeña, y no terminar siendo olvidado.
He aprendido y disfrutado mucho de su amistad, a pesar de esa “manía”, que chocaba con mi carácter, que soy más de aquél pensamiento de Voltaire que decía que lo mejor es enemigo de lo bueno.
Y, después de tantos años, aquí estoy esperando los restos de quien quería ser importante. Y al final, para mí, lo ha sido.