Gris triste5 (6)
Sentado en el parque bajo un cielo gris triste de vez en cuando abierto por la curiosidad del sol, gasta su ya escasos momentos, esperando la hora de descansar del esfuerzo de vivir, con la incertidumbre de volver a empezar otro día, y la perversa pregunta ¿para qué?
Observa a su alrededor, con la atención retenida por la fatiga y la vista velada, a un grupo de niños correteando, un eón le separa de aquella casi olvidada infancia, una brecha en sus pasados anhelos se abre removiendo sus debilitados sentimientos.
La indecisa luz de otoño se filtra por las desnudas ramas iluminando por un momento los profundos relieves de su ser, reflejando ese tatuaje progresivo en la piel llamado tiempo.
Más allá un grupo de jóvenes sentados en un banco, inconformes con lo determinado, como él también lo fue, pero que ahora le agravian con su bisoña edad, su ya corto futuro.
Trata de recordar otros momentos pasados en ese parque, pero hace años que la memoria se fue borrando, irremisiblemente, sin compasión. Pero esforzándose todavía le retornan algunos pasajes, fotos en sepia de tiempos duros en los que pudo encontrar instantes de felicidad, amigos que ya no están, el amor que duró hasta perderse, reconocimiento por algún mérito, aunque ya olvidado queda la sensación de gloria.
Como ha cambiado todo a su alrededor, últimamente con el vértigo del miedo a parar: costumbres, pensamientos, modas… hasta él mismo, pero ya no a mejor.
Contempla el inquieto ajetreo de los chiquillos, entre la bruma de su retina. Una huidiza pelota se escapa del alboroto infantil y golpea sus pies, lentamente se levanta y patea el balón, recorriendo unos pocos metros, para mofa del pequeño público. Vuelve a sentarse con dificultad mientras una lágrima gris triste se desliza desde sus apagados ojos.
