Fútil0 (0)

Fútil
0 (0)

26 de marzo de 2019 0 Por Juan Aguilar
¡Haz clic para puntuar este artículo!
(Votos: 0 Promedio: 0)

La importancia de las cosas

Tenemos asumidas tantas certezas que rara vez pensamos cómo han llegado las cosas a nuestras manos, cuál ha sido su trayecto, cómo han aparecido, quién las ha pensado. Encendemos un teléfono y esperamos que nos comunique, enchufamos cualquier aparato dando por hecho que ha de funcionar, vemos vallas con publicidad animada y solo nos fijamos en aquello de lo que quieren convencernos. Al fin y al cabo son mecánicas y ese es su propósito.

Pero, ¿qué hay de las cosas con vida? No hablo de los animales, que obviamente se puede entender cómo han surgido y llegado a nuestra realidad, eso espero. Por ejemplo, una simple lechuga. Cuando la escogemos en el comercio de turno solo nos fijamos en su precio, si tiene hojas marchitas, de qué variedad es. Pero nadie se plantea de dónde sale. No me refiero a que la cultiva un agricultor, viene en un transporte de más o menos lejos, se almacena y luego se distribuye al citado comercio; estoy pensando más bien en cómo ha llegado a tener ese volumen, cómo empezó, su origen como individuo (sí, se la puede llamar así). La semilla de la lechuga es minúscula y sin embargo adquiere una dimensión formidable respecto a su germen. Sí, ya sé que un árbol empieza también con una semilla, pero tiene una vocación más longeva; por el contrario la vida de la lechuga es efímera y poco importante.

Es un esfuerzo descomunal el de la planta, cebada con nutrientes y agua, mucha agua, que muere luego en un momento. ¿Alguien puede decirme, por favor, qué puede alimentar una lechuga, si es casi toda agua? Sí, aportará vitaminas, minerales y todas esas cosas pero, ¿de verdad alimenta? “Es la base de las ensaladas”, grita uno (me lo invento, no es que oiga voces). Sí, pero, o se le añade algo más, aunque sea un aderezo, o es lo más triste de la oferta gastronómica. Todo ese empeño en crecer, tanto ahínco, para no dejar recuerdo: simplemente la hemos seleccionado para hacer bulto, a pesar de su esfuerzo. Impresiona la futilidad de las cosas, la vacuidad de una vida, no por sí misma sino por la importancia que le damos.

#relatosdecocina