Fiestas4.8 (6)

Fiestas
4.8 (6)

22 de febrero de 2022 0 Por Juan Aguilar
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Eran las fiestas patronales y él, una vez más, había acudido al pueblo del que había huido renegando entre rencores. Nunca se sintió cómodo en aquel entorno rural, donde todo le parecía básico, antiguo y sucio.

Siempre tuvo la necesidad de ampliarse en otros espacios, lejos de las estrecheces de un pueblo que dejaba pasar el tiempo entre el campo, la iglesia y los pocos bares que olían a humedad cuando llovía y a rancio cuando no.

Solo el bar de Tomy, el Tomás, tenía un toque de audacia. Aunque tan solo era una puerta sin traspasar a la modernidad y a esos universos que aparecían en la televisión y las revistas.

Ya casi no quedaban mozos, el fue uno de los primeros en irse, cuestión que le revestía de cierto halo de conquistador de mundos ajenos.

Pero por mucho que tratara de quitarse el polvo de su niñez en pantalones cortos y de las confusiones de la pubertad, seguía volviendo al pueblo. Su excusa era para ver cómo andaba su familia, aunque realmente echaba de menos los sonidos, olores y colores de su atrasada aldea. No ve como avanza, la compara con su querida ciudad. Vive en un piso con vistas a otros, pero las calles están llenas. Aquí tan solo hay montes, campos y algún que otro río.

En la plaza algunos mayores disfrutan de un pasodoble, una música que odia mientras golpea suavemente el suelo con uno de los pies. En medio de todos la Tina da vueltas soltando risas que tratan de acallar la frustración de haberse tenido que quedar a cuidar de los padres. La recordaba guapa, ahora ya no lo era.

Se ven niños, ninguno nacido aquí, todos hijos de aquellos que se tuvieron que ir y que vuelven para las fiestas, y algunos en más ocasiones, pero sin intención de quedarse, tal vez de mayores.

Entra en lo que queda de aquel bar que fue, a verse con los jóvenes que fueron.

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