Fenomenal4.8 (5)

Fenomenal
4.8 (5)

4 de abril de 2023 0 Por Juan Aguilar
¡Haz clic para puntuar este artículo!
(Votos: 5 Promedio: 4.8)

Siempre que le preguntaba cómo le iba respondía con un enfatizado ¡fenomenal! No había forma de desanimarle, era un optimista enfermizo, un apasionado sin ambages de la vida. Agradecido de existir. Jamás le vi decaer, lo que me producía una desagradable envidia, no por su estado de irresponsable ilusión, que ya era suficiente para detestarle, sino porque era su médico y sabía cómo se iba deteriorando su interior.

Cuando lo vi por primera vez en la consulta, era un tipo alegre, como ahora, pero vi en su pupila que algo no iba bien. Y efectivamente, cuando obtuve los resultados de varias pruebas, pude confirmar mis sospechas. El paciente estaba afectado por una de esas enfermedades denominadas con el eufemismo de raras, lo que escondía que por no ser frecuentes no merecía la pena investigar su tratamiento. Los laboratorios y su único afán comercial…

Me sentí muy mal, y estuve varias horas pensando cómo decirle a alguien tan risueño que su esperanza de vida había dejado de ser esperanzadora. Opté, cobardemente, por consultar con la familia, para de alguna manera compartir mi responsabilidad, y el mal trago.

Cometí el error de hacer caso a sus ruegos, que no le contara toda la gravedad, que le dejara un margen a la perspectiva de una mejora, sabiendo que no era posible. Y así fue, cuando terminé de contarle la mentira, de una enfermedad poco estudiada, pero que había un tratamiento experimental, me respondió con un efusivo ¡fenomenal!

No tardó en contar esa posibilidad con mis cómplices en el engaño. Todos trataban de animarle escondiendo sus egoístas penas, de hacer planes futuros con él, de traerle obsequios que jamás podría usar, con sus consiguientes ¡fenomenal!

Desde entonces, mientras veo como se deteriora detrás de esa sonrisa, odio a esa palabra, le odio a él y, sobre todo, me odio a mí.

#Escaparate