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En la media
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21 de enero de 2020 0 Por Juan Aguilar
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Estar de acuerdo con sus medidas.

En la media. Escucho a gente quejarse de sus medidas, de su estatura, de su peso, de sus dimensiones físicas, unos por exceso y otros por defecto. Sin ahondar en las pequeñas, como las orejas, nariz, ojos, manos, etc… Se sienten agraviados con el que es diferente, desarrollando unos celos explicados en las ventajas del otro o en sus hándicaps.

Pues quisiera decirles que el vivir en la mediocridad de la media no aporta ninguna ventaja. Eres tan solo uno del montón, poco diferenciable. Ya sé como se construye la media, pero aun así expresa que hay muchos como tú o muy parecidos, en cuanto a medidas se refiere, claro. ¡Y no todas!

Eres tan solo uno del montón, poco diferenciable.

Si vas a comprar ropa o zapatos te arriesgas a verte repetido como un anuncio de televisión, al principio puede ser gracioso, pero luego es aburrido, molesto y carece de interés. Tu talla es la más vendida y las más cercanas, aunque decreciendo en volumen, también. Tan solo queda aventurarte con otras tallas, ir demasiado holgado, e ir tipo desmadejado, o enseñar el ombligo con un jersey. Esta última no lo recomiendo, ya pasaron aquellas épocas de canalla portuario. Oirás decir que no encuentro lo que me gusta de mi tamaño, que tengo que ir a la sección de niños o a equipamiento de camping, y tú mientras pensarás que tienes que ir repetido, que te ves en los escaparates, en el metro, en el cine, que no te entra el complejo de ubicuidad de milagro.

Otra posible ventaja que se pueda atribuir al mediado es el equipamiento de transportes públicos, no los privados que se pueden modificar. Autobuses, trenes, aviones y otros posibles que no se me ocurren en este momento, se equipan con asientos estandarizados en base a la media. También los locales, como los consultorios médicos con esos bancos corridos con cazoletas a modo de asientos, que solo cabe un culo regular.

Que si no llego o que no quepo, el lamento más oído. Parece que ser del común pueda estar bien, hasta que llega alguien con un tamaño de muchas equis y se cree con el derecho de ocupar un espacio que fue adaptado a ti. Por supuesto que tiene derecho a sentarse, en algunos casos es obligatorio, pero que busque a un opuesto, que seguro que le sobra espacio. Puede que pienses que estoy en contra de los gordos, allá tú, no me retracto.

Que si no llego o que no quepo, el lamento más oído.

A lo mejor crees que por ser uno de hechuras tan abundantes se tienen más posibilidades de escapar de que te elijan para cualquier tema. Una vez más tengo que aclarar que yo no he encontrado ninguna beneficio, he salido a la pizarra tantas o más veces que los demás, he hecho guardias en la mili como el resto (esto marca una edad, soy consciente, pero ya no hay forma de esconderla), me han parado en controles de tráfico, pedido el billete en muestreos a boleo, hasta elegido para una mesa electoral… Que no, que te toca igual que a los demás.

No tienes opción a quejarte, inmediatamente aparece ese agravio en comparación, que el lejano al promedio suele aprovechar para sus argumentos. Pues me quejo, no es nada fácil ser de la media, me siento reiterado, copiado, clonado, reproducido, multiplicado. Es más no sé si soy yo solo quien escribe esto.

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