
En fiestas5 (3)
Estamos en fiestas y ya he visitado algunos locales, toca aliviar. En los baños hay una cola importante, algunos llevan más tiempo que yo recorriendo bares, su balanceo les delata.
El baño de chicas está al lado, y refleja que esto de festejar no es cuestión de género. La cola es casi paralela a la otra, aunque más frecuentada. Algunas cruzan disimuladamente las piernas.
El primero de la fila es un joven con la mirada desenfocada al borde de la cistitis, no habla con nadie. Viste unos vaqueros roídos de serie, unas zapatillas azules con bandas amarillas, como muchos. Encima de un jersey sintético lleva un chaleco verde con unas inscripciones que no alcanzo a leer, pero viendo el dibujo de un toro se intuye que es carne de peña. En su diálogo interno muestra la sorpresa de su estado, no sabe cómo ha llegado hasta aquí, ni dónde debe ir después.
El segundo no parece que deba estar aquí. Estirado, náuticos, chinos, pullover de algodón camisa de cuadros pequeños, piensa vaya mierda se ha pillado el paleto de delante, lo dicho, no pega aquí.
En la cola de las chicas, la primera es irrelevante, no tiene gracia en el vestir, ni siquiera en la pose, es mona pero no resalta, ni siquiera parece que necesite visitar el servicio, tal vez lo haga para esconderse un rato. Vendrá un imbécil y se dejará llevar.
Detrás dos con movimientos exagerados y sin parar de hablar, de esa manera entre infantil y estúpida. La ropa comprada en el mismo sitio, con variación de colores, zapatillas con suela de goma, proyecto de calcetines, pantalones ajustados, blusa estampada y rebeca torera, o como se llame. Los tonos carecen de importancia. Mantienen una conversación insulsa, más orientada a llamar la atención del segundo de la fila contraria, que ha debatir un tema existencial.
Tras el arrogante una pareja de amigos, su relación se evidencia con los “jo macho”, “tronco”, “colega”, y otras muestras de esa jerga trasnochada, al mismo tiempo que se palmean la espalda y se dan esos odiosos golpes suaves de afirmación con el dorso de la mano en el pecho contrario, como chimpancés. Visten, bueno, más bien portan, unos pantalones de tela indefinida de color pardo, que en algún momento debieron ser vaqueros, sudaderas con motivos vergonzosos, no por los dibujos en sí, sino por las edades de las perchas. No entiendo de que hablan, pero me imagino algún videojuego masivo, en los que se incita a reaccionar rápido y no pensar, por otro lado muy conveniente. Estos no ligan, y menos en fiestas.
En la hilera femenina, tras las pretendidas barbis, una chica sin espejo en casa, evidenciado por unas mallas embutidas en un cuerpo excedido, que ayudan a resaltar su abundancia e irregularidad en la forma, una canción me suena, Dark side of the moon, le debo haber mirado el culo . Una camiseta cubierta por algo de algodón, con otro chaleco, este morado. Otea el paisaje buscando a Isa, de seguro oculta en algún bar, aprovechando su soledad para prospectar nuevas relaciones.
Una joven con los ojos remachados de negro y metralla en la cara, contrasta con su antecesora. Falda plisada con peto, antes llamado pichi, de originales cuadros rojos y negros, ni William Wallace, un jersey apretado negro y unas botas militares, medita sobre el buen material que trae el enrollado de Ricky, esta noche me lo como.
Le sigue, finalizando provisionalmente la ringlera, una mujer de mediana edad, erecta y segura, todavía no oculta al resto, con pantalones beige de caída suave, rematados con unos zapatos de suela de goma en relieve. Camisa entallada, de las que marcan, con sus correspondientes botones desabrochados, cubierta por una cazadora de polipiel, que se le perdona, sobre todo en fiestas. Seguro esperada por alguien, aunque ella no parece estar contenta con el plan. Observa, insatisfecha, la fauna de esta coyuntural reunión, deseando acelerar el tiempo para poder cumplir con el cometido.
Por último, en la línea masculina, un tipo normal, con unos vaqueros, para no variar, camisa y jersey, no resalta, tampoco parece pretenderlo. Haciendo cálculos de tiempos hasta la meta mientras se pregunta porqué ha salido en fiestas. Vamos, yo mismo.