Ella4.6 (5)

Ella
4.6 (5)

7 de marzo de 2023 0 Por Juan Aguilar
¡Haz clic para puntuar este artículo!
(Votos: 5 Promedio: 4.6)

Ahí está ella, atractiva, mundana, ocurrente, una sirena que sabe cantar. Rodeada de pretendientes que se perderán por conseguir su atención, pero ninguno la obtendrá sin antes pagar un buen precio por ello. La observo desde un lugar disimulado, sé que sabe que estoy.

Es una enferma de la necesidad de ser admirada, de ser querida, por un pasado que solo yo conozco.

Antes no era así, nadie la reconocería. La conocí el día que se tropezó conmigo tratando de robarme la cartera, era un desecho tambaleante, una madeja de carencias. A pesar del intento me compadecí de ella, y la lleve a un bar cercano para que comiera algo y se pudiera asear un poco.

Era una chica flaca, con la mirada rondando entre la tristeza y la desconfianza. Con un atractivo felino, pero poco garbo. Quiso devolverme el favor con una acción que rechacé. Era evidente que no estaba acostumbrada a ser tratada con normalidad, que venía de un mundo hostil. Se marchó con una mirada que pretendía ser de agradecimiento.

Después de aquel día la vi un par de veces más, no fue casualidad, sino fruto de un interés que me caló. Quería saber más de ella. Era curiosidad, o eso creía, profesional. Soy sociólogo, especializado en entornos marginales. Ella se percataba pero no quería acercarse. La tercera ocasión vino amenazadoramente a increparme que buscaba. Pude calmarla, contribuyó a ello otra visita al bar. Al cabo de pocos encuentros más me contó algo de su vida. Se formó en sucios baños y oscuras esquinas frecuentados por los derrotados por tanta vida, tuvo que apañárselas por si misma, no se acordaba de sus padres, ni quería.

Cautivado por su historia la acogí en mi vida, tratando de darle aquello que no tuvo, mostrándole las normas que regían el resto de la sociedad, parte de la cultura que se había perdido, y algunos modales. Aprendía muy rápido, mientras se establecía un vínculo cada vez más profundo.

Ella sufría porque la manera que conocía de agradecimiento no era la que yo quería, a pesar de lo fascinante y seductora que ya era.

Un día la vi tonteando con un compañero de trabajo, con el claro propósito de obtener algo a cambio. Y lo consiguió, sin necesidad de ofrecer su cuerpo a cambio.

En ese momento supe cómo podría ayudarla a superar esa necesidad de compensarme por todo lo que había hecho por ella.

Ya me ha visto, con un guiño me deja claro que me ha pillado. Sonrío, sé que esta noche podremos disfrutar repartiendo lo conseguido de esos bobos.

#Escaparate