
El bar4.9 (9)
Como cada mañana de las últimas, hoy también desayuno en el bar. Igual que yo un heterogéneo grupo de gente tienen la misma idea. Me siento en la mesa del fondo, donde acostumbro. Me entretengo en observar a los demás desde una distancia que me hace casi invisible, o eso me parece, no me gusta dar explicaciones.
Pido un té negro y unas porras para mojar. Sí las mojo en el té, no deja de ser una manía como cualquier otra. Mientras disfruto de mi excentricidad veo entrar a unos y otros, con sus aparentes vidas normales. Nos conocemos todos, si no de hablar, por lo menos de vernos.
El ambiente no se distingue de tantos otros, una barra con despliegue de platos, cucharas y azucarillos, y de una cafetera que siempre se abre paso entre los demás ruidos. Un buenos días apagado, un televisor encendido, e incluso algún comentario sobre el partido de la noche anterior, nada sospechoso. Sin embargo dentro de cada uno hay un mundo de dudas, insatisfacciones, traiciones y oscuridades que tan solo conocemos los de aquí.
Apoyado en la barra está el tendero, indeciso, desconfiado, hablando con uno del ayuntamiento, del que sospecha que tiene algo con su mujer. Más allá uno que nunca dice a qué se dedica, pero todos sabemos que es un proxeneta mal encarado, que espera a que salga del baño una de sus “protegidas”.
Más allá, un barrendero maleado en tugurios de timbas, al que su mujer, harta, le dejó, habla con un prestamista de moral mutante. Escoria de una sociedad corrompida que perdió el concepto del bien.
También hay gentes normales, que se sepa, de los que hacen bulto y no se significan, pero miran con recelo, tal vez tengan motivos.
Hacía tiempo que no me sentía tan cómodo en un lugar, extrañaba el bar del barrio, un barrio gris, sin nada particular, pero que lo echaba de menos. Va siendo la hora de empezar la jornada, a cumplir con sus tareas, a dejar que sus temores y recelos les corroan por dentro. Yo tan solo tengo que acercarme a la comisaría, como todos los martes, a firmar.
Muy agudas laa observaciones y el final del articulo genial.
Muchas gracias!