
Desde la ventana5 (6)
Con la habitación a media luz observa desde la ventana como se debate en la indecisión, siente que lo que hubo se acaba. En la calle, apoyada en aquella esquina, huyendo de la claridad de la farola, duda si seguir adelante o tratar de olvidar. Sus dulces secretos afloran salados, recorriendo estrías fijadas en su piel por el tiempo, fatigando su expresión atormentada.
Cree vislumbrar una silueta amortiguada por la escasa luz, se imagina que es él y eso le duele por dentro. Sabe que no lo podrá volver a ver, a tocar, pero anhela una última despedida. Todavía se aman, pero ya no seguirán viéndose a escondidas, saltándose las moralidades de otros, disfrutando de los escasos momentos de felicidad y placer, que empezaron mucho tiempo atrás. Un acto casual, un asalto a la resistencia, les llevó a juntar los labios, que costó una eternidad despegar. Después se deslizaron por la tentación de un paraíso a escala, una burbuja al margen de otros compromisos, que por terminar siendo costumbre, no era menos deseada.
Forcejeando con las nieblas del miedo, fuera de su cuerpo rodeado de tristeza y oraciones, él la observa desde la ventana con su último aliento, pero ella no vendrá. Una imaginaria lágrima recorre su cada vez más difuso rostro. Le apena pero lo entiende. No debe exponerse, la verdad solo puede quedar entre ellos. Y por él ya no se sabrá.
El peso del desconsuelo hunde su voluntad, emborronando su razón. La conciencia castiga sus sentimientos, maldice. Años de clandestinidad no pueden aflorar, ella tiene otra vida, casi llena, la otra parte ha quedado en esa habitación. Mira de nuevo hacia arriba, con los ojos velados. Él siente una punzada y termina de desvanecerse. Ella siente que ya se ha ido.
Con la cara pintada de cansancio sube al coche, lo pone en marcha y se deja ir entre la luces de la ciudad.