
Corriendo5 (2)
Cada día al salir de casa veía, por un breve instante, la silueta de alguien que se alejaba corriendo por el empedrado. Desaparecía por la primera esquina hacia la otra calle. Al principio la perplejidad le impedía averiguar el motivo de tan súbito escape, es más, no tenía claro que fuera real, tan solo un fruto de su promiscua imaginación.
Pero según según se repetía la escena iba convenciéndose que era cierto el suceso. No tenía la menor idea de quién podría ser, ni que le pudiera motivar, tan solo le quedaba una huella en la retina de la silueta incierta de alguien que se alejaba corriendo.
Después de varios días dudando se animó a averiguar quién podría ser aquel Hermes, que tanta prisa tenía. Curioso, intentando sorprenderle, procuraba salir en diferentes momentos, pero siempre lo veía perderse en el ángulo de la travesía.
Después de semanas se percató que prácticamente había cubierto todos los momentos posibles, en los que había intentado sorprender al corredor, e intentó otras posibilidades. Se acercó hasta el lugar donde desaparecía, embocaba una travesía ni larga ni corta, pero suficiente como para que la hubiera recorrido corriendo.
Se asomó a las ventanas, pero su casa no llegaba hasta ese extremo, y desde su posición tan solo alcanzaba a verlo desaparecer.
Probó haciendo el recorrido al revés para intentar tropezarse de frente, pero no apareció nadie. Ya en el colmo de la inquietud tuvo la mala idea de enjabonar la acera. No solo no pudo verle sino que provocó varias caídas entren los viandantes. Avergonzado y frustrado se encerró en su casa. Durante mucho tiempo repasó todos los intentos para averiguar dónde podría estar el error que le impedía desenmascarar al huidizo corredor.
Desesperadamente, un día, con los ojos cerrados, salió corriendo hacia aquella calle, cuando llegó se dio la vuelta y se encontró persiguiéndose.