
¡Buen camino!4.9 (7)
Durante la jornada, aquel con quien te cruzas, adelantas o te adelanta te saluda con una sonrisa y un ¡buen camino! Lo oyes con todos los matices imaginables, resoplando entre el polvo del sendero, desde el pretil de un puente retomando fuerzas, o de un paso de peatones después de indicarte la dirección con una barra bajo el brazo.
Te impregnas de cierta esperanza en la cordialidad de la gente, aunque creo que es más un oasis de empatía, cuando no un espejismo. Pero no deja de ser algo a lo que aferrarse.
Muchas son las motivaciones para emprender un viaje así, buscarse, retarse, disfrutar, cumplir una promesa… Pero los que más me admiran son los que se comprometen a hacerlo de una sola vez, empezando más allá de los Pirineos e intentando terminar en la Plaza del Obradoiro.
Gente de todas las edades, pero sobre todo de las más avanzadas, se lanzan a recorrer kilómetros, en jornadas más o menos largas, sin importar los caprichos del clima. Solos o en compañía, descansando el cuerpo en albergues comunitarios no aptos para excesos de pudor, compartiendo duchas donde quitarse el sudor, dolores de cuerpos contrariados, y algún que otro ronquido. U otros alojamientos más confortables e íntimos, como mi caso. Mi compromiso no llega a la humanidad, es personal, y se agradece alguna distancia.
Cualquiera que haya sido el lugar de reposo elegido, al día siguiente vuelvo a encontrar a la mayoría con los que compartí el caminar del día anterior, llegando a establecer alguna relación fugaz de cordialidad. Una vez más el saludo ¡buen camino! Se oye. Hay algunos que se conocieron hace varias jornadas y acordaron hacer el camino juntos, apoyándose unos en otros. Y tal vez iniciar amistades más duraderas.
Mi caso no ha sido por mística, la última vez que tuve un conato todavía era adolescente, ni la búsqueda de un interior, que tal vez ya encontré hace tiempo, fue de casualidad, y terminó siendo un reto personal. Con el avance de los años, y cierta obsesión, como diría Pablo Milanés en su canto: “El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos”, cada vez se me pega más, y trato de convencerme que a pesar del tiempo acumulado se puede seguir en marcha.
Y de momento eso parece. ¡Buen camino!