
Blanco desierto4.8 (4)
Recorro un blanco desierto sin ver el horizonte. Como una piedra rasando el agua, espero el final para dejar huella, en una quietud indeseada. Aguardando las sombras deshilachadas que aparecen cuando se pierden los colores, sufro, sin moverme, una vida agitada, de emociones arrastradas sin lugar donde asentarse, con los recuerdos en el páramo del olvido. Apoyados en mi hombro cargo con los sentimientos abalconados, alegría, miedo, esperanza, pasión, tristeza, amor, culpa, ira, vergüenza…,revueltos e indecisos, sin atreverse a bajar al papel. Trascurre el tiempo despacio, tan largo como contar el paso de un minuto. Y aquí sigo, sin saber cómo empezar ni que decir, me duermo…
Tengo un sueño y no me lo puedo quitar. Un paisaje imposible desde una ventana cerrada, una montaña sin rocas, un río sin agua, un mundo sin tiempo.
Tengo un sueño que me angustia. Que me empuja los recuerdos al borde de la memoria, borrando la razón.
Tengo un sueño que no me deja despertar.
Por fin he despertado, con el sudor ahogándome los poros. Un intento más de asustarme, influir en mis decisiones, implantarme emociones sin sublimación alguna, escondido tras la cortina del sueño, en tu atalaya de ficciones desde la que crees conocerme. Pero ya no te creo. Me he olvidado de tus promesas, de esas ínfulas de atrezo, de los delirios de trascender, de aquel ego tan hinchado que hasta el alma se perdía dentro.
Me condujiste por caminos pintados de colores para ocultar los imprecisos grises, terminando con los sentimientos caídos y revueltos, arrastrados por el suelo, dejando en sus cunetas escombros de vanidad.
Hasta que, agotado de acarrear cenizas de ilusiones calcinadas, he parado.
Ya sereno sé que no te necesito. Más bien al contrario, eres tú quien me necesita para existir. Te alimentas de mi falta de dominio, pero se te acabó el sustento, tal vez queden migas, son lo que tendrás. Cada vez eres más débil aunque de vez en cuando trates de ahogarme, pero ya no eres tan blanco, desierto.