
Aunque sean simplezas0 (0)
Despejar la mente y soltar lastre
La semana empezó sombría, una amiga, me habló de una situación muy difícil que me dejó sin habla. Hacía algunas semanas que no nos comunicábamos y queriendo saber de ella me lo soltó.
Todavía sigo impactado, impresionado por el mensaje y como me lo contó, asumiendo la gravedad. Es una de esas situaciones en las que el perjudicado tiene que animar al amigo. No sabes que decir. Hablas de lo que ni quieres ni sientes. Perdona si no fui muy acertado.
Más me emocionó el decirme que solo lo sabía tu círculo más íntimo. Gracias por incluirme. Ahora ya la sabe más gente y te imagino incómoda recibiendo demasiadas visitas. Bueno, no te imagino, sabes por qué lo sé.
Me encanta saber que estás ahí aunque no nos hablemos, ya tendremos tiempo para ponernos al día. Tú me preguntarás por temas personales y después por trivialidades, como de algún hotel en alguna ciudad que no he estado, o lo hice hace tiempo. Yo te preguntaré por tus intimidades y luego te pediré extravagancias como una foto de un libro en la playa. No deja de ser un vínculo que parece de hace mucho y no lo es tanto.
Este fin de semana he paseado por la montaña y he podido aclarar la mente, hablar sobre algunos temas que llevaba dentro, soltar lastre, y ya me siento más centrado. Por eso te he querido dedicar este escrito, que también es por mi. Quiero tener más charlas en las que empezamos con confesiones y terminamos con banalidades. Espero y deseo que te recuperes pronto y compartir, aunque sean simplezas.