Anchoas con mantequilla5 (5)

Anchoas con mantequilla
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7 de diciembre de 2021 0 Por Juan Aguilar
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Justo delante mío tengo la solución al malestar que sufro, un bocadillo de anchoas con mantequilla. Es la mañana del domingo y este es mi remedio, desde hace años, para noches duras.

No, no ha sido una noche de juerga, eso era al principio, cuando los amaneceres seguían envueltos en vapores etílicos y los oídos taponados del volumen de la música. Eso fue hace tiempo, tal vez mucho. Hoy ha sido la fiesta de otros, de los vecinos. Debería haberme quejado, pero con qué autoridad moral podría reconvenirles, si yo también lo hice…

Esas anchoas con mantequilla también me han ayudado a sobrellevar momentos de abatimiento o melancolía (no me gusta usar la palabra depresión, y mucho menos eso de “depre”, creo que es lo suficientemente seria como para banalizarla) Tal vez por la ruptura de una relación, una pérdida de alguien querido, un rechazo laboral o una simple bajona.

El caso es que he abierto muchas latas de anchoas y untado mucha mantequilla en panes de diferentes orígenes. He comido ese bocadillo en muchos sitios, incluso en otros países, hasta me lo han preparado en algún que otro bar osado.

El atractivo de esta mezcla es el sabor marino de la anchoa fundido en la anodina mantequilla, y el summum es dentro de un pan todavía caliente. Para mí es el paradigma del umami, de lo sabroso. Alguno dirá que es una guarrindongada, pues sí, pero hay que ser atrevido, olvidarse de las pacaterías gastronómicas y de las cárceles de las costumbres. Es un efectivo e inmediato disparador de endorfinas, sientes como el placer irradia desde el paladar al cerebro y de allí a todo el cuerpo. Todo un sustituto a los ansiolíticos, con todo el respeto. Siento tener que corregir al señor Lou Marinoff, no es cuestión de suplir el Prozac por Platón, sino por un buen bocadillo de anchoas con mantequilla.

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