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22 de mayo de 2019 4 Por Juan Aguilar
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Un largo viaje empieza con un primer paso, dijo el sabio.

Se dice que el coche proporciona independencia, la moto libertad, un transporte público comodidad. Cualidades todas apetecibles que, sin embargo, se pueden disfrutar caminando. Evidentemente su conveniencia irá relacionada con la distancia a recorrer. Aun así no encuentro mayor placer que transcurrir por el paisaje con mi único impulso. Llegar a lugares que de otra forma no sería posible, sentir la irregularidad bajo las suelas, el avance corto pero continuado, el esfuerzo y su recompensa, la compañía que facilita el andar o la soledad que induce a la reflexión.

Procuro ir a pie cuando el recorrido es recomendable y, muchas veces, aunque no lo sea. Pasear por la naturaleza, remontar empinadas cuestas, descender inseguros declives, parar donde apetece, contemplar paisajes y las siempre apresuradas evoluciones de las aves. Admirarse con el empeño de plantas que surgen en los sitios más inéditos, sus diferentes progresos, el despertar primaveral, la madurez estival, la decadencia otoñal y el sueño invernal.

El ahínco del hombre modificando la naturaleza para su supervivencia, trazando bancales, conduciendo aguas, construyendo con materiales cercanos e imaginación. Vidas duras reflejadas en sus obras.

O transitar por territorios urbanos con sus magníficos ejemplos del ingenio, complicados trazados de calles donde perderse, edificios desafiantes solo visibles en su totalidad por el viandante, plazas de encuentro donde descansar o entablar conversación, comercios, negocios donde poder descubrir las preferencias de sus habitantes.

Se me puede criticar de verter una visión idílica y estoy de acuerdo. Cuando vas por el campo y la montaña no paras de encontrar basura, hasta en los lugares más inaccesibles. Pasear por las ciudades puede ser desagradable, ruidos, aire contaminado, malos humores. Tampoco se salva el mundo rural, con su bucolismo sobreexplotado, malos usos en sus industrias, la avidez traducida en abonos y alimentos desnaturalizados, abuso en el consumo de agua y mucho desperdicio.

Lo que persigo es hacer un alegato del viaje a pie, la conexión que se puede sentir con el entorno, fuera de vehículos y sus ruidos. Apartar las prisas y contemplar, sentir.

La vejez entra por las piernas, dicen en la India, probablemente por otros lados también, pero esa puerta pretendo cerrarla.

#relatosdecocina