
Una playa4.9 (7)
Acabo de amanecer en una playa sin saber cómo he llegado. Miro alrededor y veo mar, arena y a mi espalda una vegetación exagerada, no hay huellas en la arena, ni siquiera las mías. Tan solo veo a un metro de mí un sobre dentro de una bolsa de plástico transparente. Noto como la piel de la nuca se me eriza, y no puedo evitar girar la cabeza en busca de algún peligro. El miedo me paraliza, tengo un mal presentimiento sobre lo que pueda contener, y no lo toco. Lo veré más tarde, si es que sigo aquí.
Decido explorar el terreno y, como leí hace tiempo, buscar lo básico para la subsistencia, agua, que tengo una sed terrible, alimento y cobijo. Aunque espero encontrar a alguien antes. Más tarde me preocuparé del resto. Sin olvidarme de la sensación de peligro que me sigue acongojando.
Paso de una playa a otra, atravesando zonas rocosas, mientras el sol se va apoderando de las sombras. Al borde de la desesperación encuentro una salida de agua al mar, me adentro un poco en la espesura y con mucho miedo, y sobre todo desesperación pruebo el agua del cauce que he seguido. Es potable, o eso me lo parece, pero no lo voy a pensar más y termino atragantándome.
Oigo un ruido que me alerta, pero me doy cuenta que es el viento rascando las hojas de las palmeras. También me trae otros sonidos que no quiero intentar reconocer. Debo buscar con que alimentarme, y buscar un lugar seguro donde pasar la noche. La imagen del sobre me llega al cerebro, debí haberlo abierto. Pero eso ya es agua pasada. Por cierto, no debo olvidarme donde está el manantial, por si no encuentro otro.
Han pasado horas, no sé cuantas, no tengo cómo medirlas, pero puedo ver las sombras alargándose. Decido seguir caminando cerca del mar, es absurdo, pero me siento más seguro.
Por el camino encuentro algunos cocos que me cuesta abrirlos pero al final lo consigo. Voy a seguir hasta que la luz del día me lo permita, estoy convencido que tarde o temprano encontraré algún indicio de civilización.
La noche está cerca, no he encontrado nada. Tan solo restos de alguna barca, no debió haberse perdido hace mucho, está casi nueva. Aprovecho para darle la vuelta y poder pasar la noche. Mientras aprovecho la luz y avanzo un poco más, procurando no alejarme mucho y que me de tiempo para volver.
Absorto en mi situación piso algo de tacto resbaladizo. Me agacho y casi en penumbra veo que es el sobre. ¡Estoy en una isla! Ahora ya no es miedo, es pavor lo que me inunda. Corro de vuelta hacia la barca y temblando me meto dentro.
La noche llega con demasiados ruidos. Espero que la marea no llegue donde estoy. Miles de ideas, más bien preocupaciones, se agolpan en mi mente, mientras agarro con fuerza el sobre.
Mañana lo abriré.