Mirando coches4.8 (6)
Llevo unos días mirando coches, cuando me decido por uno encuentro otro que parece mejor. No me gusta nada ir de compras, me cuesta decidirme por una u otra opción, a no ser que surja el flechazo, y entonces no miro más, ni de reojo. Y disfruto con mi elección hasta que algo o alguien deshace la nube, y solo queda la asiduidad de una relación basada en hábitos.
Y este es el caso en el que estoy, mirando otros coches, porque nuestra nube, que todavía seguía colmada de pasión, se deshizo en un golpe contra otro que inesperadamente paró. Y los recuerdos, poco a poco, se van acomodando a los deseos de tener un relato que supere la confusión, justifique el apego y ayude con el desconsuelo por la pérdida.
Después de un doloroso duelo, viéndolo en la puerta de casa durante días sin atreverme a dejarlo ir, con parte del morro hundido, he cedido a la realidad y he podido desprenderme de él. He encontrado un mecánico que adora este tipo de coches, sabré yo lo que es ese sentimiento, con la promesa de resucitarlo cual un moderno Prometeo, y mandarme una foto cuando esté terminado… ¡Una foto! Es lo que quedará de consuelo, la foto y el saber, o por lo menos desearlo, que alguien podrá disfrutar de y con él.
Por mi interior pasan, aquellos adelantamientos apurados, aquellas curvas trazadas al límite, aquellos asientos compartidos y conversaciones, entre otras cosas, íntimas. Cuantos secretos se lleva, y momentos que no podré tener con otro…, éramos uno. Porque hay sentimientos que se quedan enganchados, y aunque uno trate de espantarlos con aspavientos, no desaparecen. Y quedan esos recuerdos, lo buenos, que los malos ya amargaron en sus momentos y rara vez perduran.
Envuelto en la melancolía sigo mirando coches, otro terminará en mis manos y tendré que construir una nueva relación. Mientras su recuerdo seguirá ahí, provocando sonrisas y algún suspiro.
Siento como si le estuviera traicionando, pero él ya no está, ya tan solo es un recuerdo.
