Esa edad5 (7)

Esa edad
5 (7)

12/07/2024 0 Por Juan Aguilar
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Se percató de que había entrado en esa edad cuando le cedieron el asiento en el metro, acompañado de un: “Señora, se quiere sentar”. Ella contestó negando la necesidad con una sonrisa esforzada, mientras por dentro sonaban algunos cristales rotos, con ruido a derrota ante la realidad, pero sin atisbos de tristeza.

Todavía quedaban en su rostro los recuerdos de una belleza juvenil, matizada por unos bien delineados surcos que le aportaban serenidad. Desde hacía tiempo había asumido, o eso creía, que tenía acumulada más historia que futuro, pero le dolía la expectante invisibilidad que acompañaba al tiempo.

Arrastraba un sabor agridulce fruto de experiencias acumuladas. En ocasiones destilaba frustración acosada por un atropello de malos recuerdos ya olvidados. En otras se dejaba empalagar evocando imágenes de momentos felices que eclipsaban a los que no quería volver.

Mantenía un envidiable equilibrio entre la realidad y la imaginación, era una mujer centrada, con las ideas bien asentadas. Sin embargo la entrada tan inesperada en la realidad de otros le desordenó por dentro.

Aunque ella creía estar segura de si misma, no estaba preparada para una entrada tan repentina en “esa edad”.

Los espejos son traidores, unas veces nos muestran a quien nos negamos a reconocer y otras, con mala fe, nos devuelven la imagen que seguimos queriendo ver, con algunas muestras de edad, pero reteniendo el atractivo de la juventud.

Pasan las paradas y en su interior, algo al fondo, sigue resonando débilmente el ofrecimiento del asiento. A pesar de ese delicado momento ella sigue irradiando una destacable personalidad, adornada de una presencia que no deja indiferente a la mayoría de quienes la tratan o simplemente se cruzan con ella. Tal vez ella no sea consciente, o sí. Por eso sigue sujeta a la barra, y aunque han quedado asientos vacíos, ella no se sienta.

#Escaparate