El Bosque5 (7)

El Bosque
5 (7)

31/05/2024 0 Por Juan Aguilar
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    Trato de distinguir el bosque que debo cruzar para seguir el ascenso a la cima que me he retado a subir. Camino por esa claridad precaria que tienen las primeras horas del día, envueltas en una densa niebla que no ayuda a distinguir bien el camino.

    Hoy me he levantado animoso y me he lanzado a la montaña, tal vez demasiado pronto. Me voy acercando y el recelo aumenta, no me gusta la niebla, te envuelve, te embota los sentidos, te empapa, y si no prestas mucha atención te pierde. Y esta es bastante espesa.

    No queda más remedio que cruzarla. Me subo la cremallera del forro polar, penetro en ella creando turbulencias y noto como se va cerrando tras mío. Es como entrar en otro elemento, como bucear. La humedad entra por la nariz y cala los pulmones. Las ramas de los árboles parecen espectros, y se enganchan a mi ropa, como si quisieran detenerme. El bosque está callado.

    Repentinamente algo parece moverse delante, es como una sombra. Superando el susto trato de racionalizar y me convenzo que ha podido ser un rayo de luz, el sol empieza a despuntar. Sin haberme recuperado del todo noto como el suelo se mueve, no me llega el ruido de mis pisadas y estoy perdiendo la estabilidad. Creo que una raíz me ha agarrado la bota, no puede ser. Esto está empezando a tomar un cariz nada agradable. Tengo la adrenalina disparada y el vello erizado, noto como las palpitaciones me martillean las sienes. El impulso a correr me está dominando, sé que es lo menos indicado, pero una rama me da en toda la cara. Estoy perdiendo la sensatez. Acelero el paso. Me ha parecido ver otra sombra, otra rama me ha golpeado y una nueva raíz me ha intentado atrapar. No puedo más y corro.

    Por suerte salgo pronto a la claridad, paro y me inclino sujetándome las rodillas tratando de respirar profundamente. El corazón alocado no me ayuda a recobrar el aliento. Poco a poco recupero la compostura, miro hacia atrás y observo ese muro intangible en el que he perdido la razón.

    Sigo con mi ruta no sin dejar de pensar en lo sucedido. Pronto el ascenso se vuelve más duro y voy olvidando la experiencia para centrarme en el esfuerzo.

    Ya coronada la cumbre empiezo el descenso, bastante cansado. Tal vez debí haber entrenado más antes de subir. Según me voy acercando a la zona de la niebla veo que esta se ha disipado. Paso con resquemor por el tramo y observo que el suelo está cubierto por cantos sueltos, las raíces emergen del suelo, y los árboles tienen ramas bajas.

    Después en el coche antes de volver, me digo que la imaginación está bien para escribir, pero no para caminar.

#Escaparate