
Preparado4.4 (5)
Por fin creo estar preparado de nuevo para retomar la escritura. He estado enredado en cursos y proyectos que se han apropiado de mi tiempo, por suerte, más bien por empeño, ya he terminado algunos temas. Y ha llegado el momento de poder compaginar lo mundano con el enfrentarme al reto de escribir, un acto casi espiritual.
Mientras pienso sobre qué voy a contar o cómo, si ya lo tengo pensado, preparo el entorno que la inspiración es muy caprichosa. Me pongo un té con sus galletas; incienso, no es imprescindible pero mola; música, suave, algunas veces clásica, luz cálida, y sobre todo nada de distracciones. Sí, ya sé, lo anterior parece un contrasentido, pero a mí me vale.
Abro el ordenador, que debe sufrir una repentina timidez pues la tapa se resiste a despegarse. Mientras intento abrirla, con algo de fuerza, no puedo dejar de pensar en el día en que la IA lo impregne todo, en si tendré que convencerla para que se muestre la pantalla… pero estoy divagando, me centro. Consigo acceder sin romper nada. De momento no he empezado pero ya estoy acalorado, y algo molesto.
Busco el procesador de texto y está en inglés, no sé cómo ocurren estas cosas, ¿sera la puñetera IA en su vis cómica-vengativa? Lo ajusto y abro el navegador por si hay que consultar algo, y el correo electrónico por costumbre… y ¡zas! dos emails, de esos que te gritan la urgencia. Y de propina tres mensajes de Whatsapp con conversaciones inacabables, con lo fácil que es una vez resuelta la consulta despedirse y ya. Pues no, parecen aquellas interminables despedidas de adolescentes: venga cuelga ya, no cuelga tú…
Por fin me deshago de las obligaciones sociales y apago la conexión de la red, más bien casi arranco el cable. Si tengo alguna duda ya veré cómo la resuelvo, pero tanta distracción me ahuyenta la inspiración. Si se hunde el mundo ya me enteraré cuando acabe de escribir.
Escribo la primera palabra y suena el timbre. ¡¿Pero cuántas formas hay de entrar en la vida de alguien?! El vecino, que viene a revolver en las herramientas, no sé qué necesita ni me importa, con tal de que no haga mucho ruido y encuentre pronto lo que busca.
Parece que ya se va, aunque en la puerta le oigo conversar con alguien. No puede ser que venga alguien más. Pues sí, una amiga y su novio a por una pata de cabra… ¡Y encima pretenden conversación! Les invito, casi educadamente reteniendo una inminente explosión de ira, a que prueben otro día.
Noto como se me agita el pulso y entrecorta la respiración. Hasta que en un intento de sedición, el corazón, los pulmones y el cerebro me ruegan que detenga los pensamientos que me están empezando a danzar en oscuro.
Se van, con la palanca por supuesto, y por fin me siento. No puedo dejar de pensar en lo que ha pasado en algo menos de una hora, y no sé si probar a seguir intentando escribir.
La varita de incienso ya se ha acabado, el té está frío, la música me molesta y las galletas saben raro. Estoy alterado y lo que es peor, no se me ocurre nada, bueno sí, pero no es conveniente plasmarlo. Me paso a la cerveza y unas aceitunas, a ver si me calmo.
Y creía que estaba preparado… pero parece que el resto del mundo no se enteró.
jajajaja te robé algo de inspiración con la pata cabra!!!
Algo!