Un chico raro5 (6)

Un chico raro
5 (6)

08/11/2024 2 Por Juan Aguilar
¡Haz clic para puntuar este artículo!
(Votos: 6 Promedio: 5)

ra un chico raro a pesar de haber tenido una infancia normal, de esas que se dicen felices cuando se disfruta nadando en la ignorancia. Siempre destacó por su facilidad para aprender y su capacidad de retención de datos y recuerdos. En casa no pareció raro que el niño fuera de esos llamados superdotados, era una cuestión genética. También eran un poco raros.

Lo conocí en primaria, yo también iba a un cole pijo… como decía aquella película: “nadie es perfecto”. Nos fuimos acercando no por tener las mismas inquietudes, a mí me fascinaba el vuelo de las moscas, sino porque éramos los diferentes. Y ya se sabe lo de: “Raros del mundo uníos”.

También me enseñó a socializar, a vencer los miedos, y el caso es que se le daba bien. Al principio jugaba con otros niños, pero estos se iban dando cuenta de que su juego no era lúdico, que trataba de buscar explicaciones para sus inexistentes reglas, y poco a poco le fueron evitando, y por ende a mí también, y sin llegar a enterarme de las dichosas reglas.

Mientras avanzábamos cursos, que duraban eternamente, no como ahora que un año se va en nada, me arrastró a bibliotecas y museos en su afición, por no decir adicción, al conocimiento, provocándome unas cefaleas que todavía arrastro.

Tenía un magnetismo irresistible, las chicas lo admiraban, los chicos no, más bien le odiaban. Pero tampoco le duraban las relaciones, no me atrevo a llamarlas amorosas, más bien tenían un contenido clínico.

Yo intentaba templar gaitas con ellos, con ellas era un paño de lágrimas, bueno algunas veces algo más. De aquella época algo me quedan amistades, algunas enemistades y algunos amoríos. Hay que decir que me ayudó a superar mi timidez, o por lo menos a disimularla.

Mientras iba acumulando conocimientos iba creando sus mundos, desconectando el real. Hasta crear un lenguaje propio que costaba entender. Vivía acercando horizontes a quienes no querían viajar, desarrollando utopías para quienes querían certezas, y le alejaba de la gente corriente, que por otro lado era a quien quería llegar, e incluso salvar.

Y en la cúspide de su irrealidad, profetizando, creyéndose poseedor de las verdades y convencido de la deuda que los demás habían contraído con su empeño por redimirles, un día se quedó solo, desnudo ante su oscuridad, y todas aquellas palabras de esperanza fueron disueltas en el viento. Hasta yo me aparté.

Y su final fue triste aunque dramático, hay que reconocerlo, dejó una nota escrita que decía: “Aunque queda mucho más por saber, ya no sé para que hacerlo”. Y se lo encontraron en la cama, con los labios negros y un vaso caído en el suelo. Ya os lo comenté, era un chico raro, pero a mí me ayudó.

#Escaparate