Prescripción facultativa5 (2)

Prescripción facultativa
5 (2)

04/03/2024 0 Por Juan Aguilar
¡Haz clic para puntuar este artículo!
(Votos: 2 Promedio: 5)

He cambiado de vida por prescripción facultativa, algo que conozco bien. Hace algún tiempo era doctora de medicina de familia, y dejé ese estresante trabajo, al que llevaba una vida dedicada y ya no me satisfacía, aunque seguía enganchada. Me estaba destruyendo por dentro.

No tenía tiempo para nada, tan solo para el trabajo. Una dedicación absorbente, que me alejaba de mis convicciones. Las jornadas eran largas y nada enriquecedoras. Aparte había que añadir la necesidad de gestionar cuestiones administrativas, escuchar a personas con dolencias imaginarias, que tan solo buscaban un poco de conversación. Además el ambiente era agobiante y asfixiante, como estar en una habitación llena de fumadores. no sentía el apoyo del resto del personal, entre otras cosas debido a la falta de tiempo. Con los pocos que socializaba inevitablemente terminábamos hablando de trabajo, que por cierto ya me empezaba a provocar alergia.

Mis relaciones íntimas solo surgían en el ámbito laboral, con el consiguiente problema cada vez que se provocaba una ruptura. También hay que comentar que la mayoría de las relaciones eran esporádicas, buscando más una válvula de escape que algo formal. Ni se me ocurría plantearme un futuro con mis compañeros, de dónde podríamos sacar momentos para disfrutarnos.

Buscaba una salida a esa situación pero no la encontraba. Hasta que un colega de geriatría me propuso, con mucho tiento y demasiadas vueltas, ayudarle a dar un final digno a personas que sufrían. Tengo que confesar que no solo sentía satisfacción acabando con el sufrimiento de personas desahuciadas, sino que empecé a sentir gusto por la sensación de tener la vida de otros en mis manos.

Tras algún tiempo ejerciendo de “ángel de la muerte” nos descubrieron. Me retiraron la licencia para ejercer la medicina, aparte de pasar un tiempo recluida. En la prisión me relacioné con mujeres de distinta condición, intimando con una que destacaba por su estilo y reverencia de las demás.

Era una asesina que nunca pudieron atrapar por alguno de sus delitos, hasta que cometió un error confiando en quien no debía. Cumplía condena permanente revisable, a mí me quedaban dos años. Un día nos confiamos nuestras “hazañas” y me dejó estupefacta al comentarme que yo tenía madera para seguir con su “profesión”.

En un principio me provocó un rechazo tremendo, pero con los días fui pensando en lo que había hecho durante mi período ofreciendo soluciones a vidas terminadas, no se diferenciaba mucho. Terminó por convencerme la cartera de clientes que estaba dispuesta a cederme.

Hoy sigo con problemas para relacionarme, pero tengo todo el tiempo y dinero que quiero y disfruto con mi “trabajo”. Soy una mujer liberada. ¿Asesina? Sí, pero por prescripción facultativa.

#Escaparate