Edades

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Sus edades eran distantes, todo una generación por medio, sin embargo por mucho tiempo consiguieron resistir. Ella era agitada, se deleitaba con todo, parecía como si descubriera el mundo cada día. A él le costaba en exceso seguirla, pero disfrutaba inmensamente cuando ella paraba.

Ambos creían con pasión en su relación, y aunque tenían pasos y tiempos distintos, lograron construir unos puntos en común, una suerte de koiné vivencial, que junto a unas discretas señales, ayudaban al otro a descifrar estados de ánimo, y limitaciones del cuerpo.

No se podía hablar de cotidianidad o rutina entre ellos, no era nada común, era un permanente añadir más emociones a su convivencia, se podría decir que vivían en un pleonasmo sentimental.

Él después de haberse bebido la vida a morro, ahora disfrutaba bebiéndola en chupitos. Últimamente la factura de tiempos pasados había hecho mella en su empuje. Ella seguía bebiendo de la botella.

En una muestra más de su amor le comentó que entendería que le dejara, o incluso que experimentara fuera de casa. Ella tan solo le devolvió una sonrisa, mientras le acariciaba la cara.

Siguieron juntos, ella floreciendo, él marchitando, pero juntos. Hasta que el tiempo se llevó su parte. Sentada en el borde de la cama le acompañó hasta el final, y le vio partir. No derramó lágrimas, se refugió en los recuerdos. Ni la rotundidad de la muerte pudo con ella, siguió queriéndole hasta hoy.

Ya con la vida más calmada, tan solo deseaba, sin arrepentimientos, que las edades no hubieran sido un obstáculo para haber hecho el último viaje juntos.

#Escaparate